En la publicación de la Fundación EU-LAC, coordinada por Andrés Serbin y Andrei Serbin Pont (CRIES) (2018), señalábamos la importancia económica y financiera que tenía la Unión Europea (UE) en América Latina y el Caribe (ALC). Esta importancia y relevancia se concretaba en las inversiones directas y el comercio, implicando cadenas de valor y transferencia tecnológica, como condiciones para un desarrollo sustentable. Esta perspectiva relativamente optimista no era fruto de la casualidad, sino de la persistencia de la UE en establecer una relación birregional basada en tratados comerciales y acuerdos de concertación política y cooperación con distintos países, así como un foro de diálogo político con la región culminada finalmente en las Cumbres UE-CELAC.

Desde 2018 se han producido cambios. Aunque algunos ya venían gestándose desde antes, tales como la crisis del multilateralismo, las tensiones entre Estados Unidos y China, el aumento del proteccionismo, el acercamiento económico de ALC hacia Asia, el hecho es que la pandemia del COVID-19 en 2020 ha sido disruptiva. Con este inesperado cambio de juego, se han producido nuevas tensiones, se han roto determinadas cadenas de valor y sobre todo se ha generado un aumento de la desigualdad en los países de América Latina e incluso ha disminuido la calidad de la democracia en algunos de ellos[1].

Por ello en la situación actual, hay que preguntarse de nuevo si la UE es relevante para América Latina. Desde una perspectiva económica y europea podemos hablar de una mutua relevancia. De una potencial interdependencia. De hecho, la UE ha venido impulsando la asociación estratégica birregional que ha ido tomando forma a través de acuerdos de comercio y cooperación. Un largo camino para una construcción estable y estabilizadora que últimamente se ha visto alterada por la emergencia de China como un nuevo socio estratégico para ALC.

Los países de ALC se encuentran ante el dilema de elegir entre Estados Unidos o China y poco se habla de un tercer actor que es la UE. Los tres factores que han configurado esta nueva relación de ALC han sido: 1) la fuerte dependencia comercial de China de los países productores de materias primas, hidrocarburos y agroalimentarios; 2) las importantes inversiones chinas en infraestructuras, tecnología e industria extractiva; y 3) la diplomacia de la salud que está decantando el reconocimiento a favor de la República Popular China frente a Taiwán. China, también ha acentuado su ofensiva diplomática en la región, con iniciativas como la Reunión Ministerial del Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). El resultado es que hoy China es el principal socio comercial de Sudamérica, ya que ha desplazado a Estados Unidos y Europa, sus socios tradicionales.

La mayor parte de los países de ALC no se pueden permitir perder el mercado de China ni sus inversiones. Tampoco pueden seguir una estrategia regional conjunta dada la debilidad y división que presentan. Elegir entre dos potencias no es solución. Es por ello qué un tercer actor como la Unión Europea puede evitar la contienda bilateral y ser punto de equilibrio.

Con la pandemia la situación económica también se ha visto alterada en la UE, aunque la estrategia de transformación se había iniciado anteriormente con las decisiones tomadas para hacer frente al cambio climático y sus consecuencias. En febrero de 2021 se ha presentado la revisión de la política comercial de la UE[2] y en mayo la revisión de la nueva estrategia industrial[3]. Ambas habían sido elaboradas y presentadas justo al inicio de la pandemia y ha sido necesaria su puesta al día para hacer frente al impacto económico del COVID-19. El punto clave es el refuerzo de la “autonomía estratégica abierta” (AEA) de la UE, que ha sido alentada por las alertas producidas en el suministro de determinados insumos producidos fuera de la UE. De estos insumos dependen estratégicas cadenas de valor industrial en la UE. Estos productos de los que la UE es dependiente son materias primas, baterías, ingredientes farmacéuticos activos, hidrógeno, semiconductores, tecnologías de computación en la nube y computación de borde. Más de la mitad de estas dependencias corresponden a productos originarios de China y, en menor medida, de Vietnam y de Brasil, aunque estos productos clave representen solo el 6 % del valor de todos los productos importados en Europa.

Antes de la pandemia el gran cambio estratégico en la UE fue el Pacto Verde Europeo que se presentó en diciembre de 2019. Su objetivo general es la transición hacia una economía climáticamente neutra, sostenible desde el punto de vista medioambiental, eficiente en el uso de los recursos con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % de aquí a 2030 para conseguir la neutralidad climática en 2050. Esta estrategia conduce a una transformación progresiva y profunda de la economía de la UE, lo que a su vez incidirá en los patrones comerciales. Fits for 55 (Objetivo 55) es el paquete de medidas presentado por la Comisión Europea en julio de 2021, para revisar la legislación en materia de clima, energía y transporte de la UE y cumplir los objetivos señalados.

La nueva orientación determinada por las acciones contra el cambio climático y la resiliencia comercial e industrial, pueden y deberían ser determinantes en la nueva relación de la UE con ALC, ya que la UE en su nueva estrategia comercial ya tiene previsto consolidar su cooperación con las principales regiones en crecimiento, especialmente en América Latina. La “autonomía estratégica abierta”, a pesar del sutil balance que implica entre una cierta autosuficiencia industrial y una apertura comercial, no debería oponerse a esta relación con ALC, tal como prescribe la comunicación de la Comisión: Los acuerdos de libre comercio de la UE son plataformas de cooperación reforzada para defender nuestros valores e intereses. Representan la base para interactuar con mercados y países importantes de todo el mundo, particularmente en la región de Asía-Pacífico, América Latina y el Caribe (COM(2021) 66 final).

En este nuevo marco estratégico de la UE, ¿cómo conseguir mayor relevancia en las relaciones económicas con ALC?  En primer lugar, las agendas estratégicas de la UE y ALC deben aproximarse en lo que es fundamental y compartido: Acciones contra el cambio climático y a favor de una mayor equidad e inclusividad. En el ámbito económico y comercial, la agenda de la UE definida en el concepto de autonomía estratégica abierta es una elección política que se asienta en la importancia de la apertura, recordando el compromiso de la UE con un comercio abierto y equitativo, con cadenas de valor mundiales diversificadas y sostenibles. En consecuencia, se enfoca en la necesidad de que la actuación de la UE sea responsable y justa. En la firmeza y cooperación basada en normas, pero también dispuesta a combatir las prácticas desleales y utilizar herramientas autónomas para defender sus intereses siempre que sea necesario. Así, la UE se autoafirma como defensora creíble de la cooperación internacional y para ello mantiene la importancia de cooperar estrechamente con sus socios para apoyar el multilateralismo y el orden internacional basado en normas (COM (2021) 66 final).

Es de esperar qué como consecuencia de los cambios tecnológicos, los costes de transporte, la resiliencia y la autonomía estratégica abierta, se abran nuevas posibilidades con los países de ALC que cuentan con tratados comerciales con la UE. La relevancia sin embargo va en doble sentido. Los socios comerciales de ALC podrían reorientar a su favor algunas cadenas de valor y de suministro estratégicas para la UE que están localizadas en Asia y apoyar el multilateralismo en la reforma de la Organización Mundial de Comercio. Además, la UE debe ser relevante para ALC apoyando la solución de los dos grandes desafíos que se plantean en los países de ALC, el bajo nivel de vacunación de la población y los altos niveles de endeudamiento, comprometidos además por la pandemia. Ambos limitan las posibilidades de crecimiento y disminución de la desigualdad en ALC.

La UE no puede prescindir de los mercados asiáticos, pero tampoco puede ni debe prescindir de los de ALC. El retraso en cerrar acuerdos (Mercosur) permite que China refuerce su papel en ALC, lo que además de un fracaso en lo económico puede tener importantes consecuencias políticas. En esta relación la UE deber ser suficientemente relevante para frenar el posible surgimiento de regímenes autoritarios acomodados por la asertiva diplomacia económica de China.

[1] International IDEA, “La gobernabilidad democrática como respuesta efectiva y perdurable a los desafíos de América Latina”, julio 2021, Estocolmo [https://doi.org/10.31752/idea.2021.66]

[2] Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones. Revisión de la política comercial - Una política comercial abierta, sostenible y firme. COM (2021) 66 final.

[3] Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones. Updating the 2020 New Industrial Strategy: Building a stronger Single Market for Europe’s recovery. COM (2021) 350 final.

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