La cumbre Unión Europea-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (UE-CELAC), que se llevó a cabo los días 17 y 18 de julio de 2023 en Bruselas simbolizó un nuevo comienzo para las relaciones euro-latinoamericanas. Existen varias razones para poder afirmarlo. En efecto, este mecanismo de concertación política creado durante los años 1990 no se reunía desde 2015. Y es que la falta de sintonía entre los dirigentes de ambas regiones, cuyas agendas políticas y económicas estuvieron marcadas por los desencuentros durante buena parte de la década pasada, constituyó un freno potente para llevar a cabo una cúpula de esta magnitud. 

Sin embargo, las transformaciones geopolíticas en ambos lados del Atlántico (la invasión rusa de Ucrania, y sus consecuencias en materia política y económica para las capitales europeas, así como la voluntad de escapar a la rivalidad estratégica sino-americana del lado latinoamericano) le dieron una justificación política a la realización de esta cumbre. En este sentido, la organización de múltiples visitas  preparatorias de altas autoridades europeas a Latinoamérica (para varias de ellas, se trataba de su primer contacto con la región) entre finales de 2022 y mediados de 2023 permitió construir una agenda, y delinear los contornos de lo posible en términos de resultados. La definición de estos últimos era esencial, teniendo en cuenta la persistencia de las divergencias entre los dirigentes europeos y latinoamericanos, ya sea por la cuestión de Ucrania, o bien por las eventuales “reparaciones históricas” que, según algunos gobiernos latinoamericanos, deberían pagar los países europeos por su rol durante la colonia de Latinoamérica. Para muchos, era difícil obtener algo más que una fotografía agrupando a los jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones – lo que, en sí, constituía un hecho político marcante.

No obstante, la cumbre logró su objetivo: no solamente la gran mayoría de los lideres estuvieron presentes en Bruselas, sino que también se presentaron una serie de medidas concretas para fortalecer la relación estratégica entre ambas regiones, en particular en un tema fundamental: las inversiones. La multiplicación de la presencia China en América Latina durante los últimos veinte años se debe principalmente a su afirmación como socio comercial preferente de numerosos países de la región, en particular en Sudamérica. Frente a ello, los Estados Unidos han intentado revertir esta dinámica, hasta ahora sin mucho éxito. Esto se debe, hasta ahora, a la falta de incentivos económicos para hacerlo por parte de las capitales latinoamericanas.

En este sentido, los anuncios realizados durante la cumbre en materia de inversiones para la transición ecológica y digital son especialmente relevantes, permitiendo que el impacto político de la cumbre sea otro. La UE dispuso hasta 45.000 millones de euros en inversiones hasta el 2027, ya sea a través de la iniciativa comunitaria Global Gateway o bien por la vía de los desembolsos de sus Estados miembros, sus instituciones financieras y de desarrollo. Y es que, al tratarse de dos de las regiones más urbanizadas del planeta (con tasas del 74% y 81%, respectivamente), los gobiernos y las empresas europeos disponen de tecnología de vanguardia en materia de recalificación urbana sostenible, lo que les permite ser grandes aliadas para promover una transición ecológica y digital más justa e incluyente en las ciudades latinoamericanas y caribeñas. Por otro lado, en materia financiera, los bancos de desarrollo latinoamericanos (en particular el BID y la CAF), en alianza con las grandes instituciones comunitarias (como el BEI) han presentado iniciativas innovadoras para financiar la protección de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, al aprobar el canje de deuda externa por acción climática, redireccionando pago de servicios de deuda (intereses y capital) hacia proyectos centrados en la Agenda 2030. Durante la cumbre se anunció la voluntad de reforzar un área especialmente exitosa en las relaciones UE-CELAC: la cooperación académica. En este sentido, la puesta en marcha de programas como Erasmus+ 2023 o BELLA (Building the Europe Link with Latin America) contribuirán a reforzar los vínculos de largo plazo entre las comunidades de investigación y educación de ambas regiones. Finalmente, last but not least, se anunció que Colombia será la sede de la próxima cumbre UE-CELAC, en 2025. No se trata de una información menor, teniendo en cuenta la dificultad que tuvieron las capitales y las presidencias de la UE y de CELAC en lograr que la cumbre de Bruselas sea un éxito.

Es aquí donde reside uno de los principales desafíos de la asociación estratégica euro-latinoamericana: ¿cómo mantener viva la dinámica generada por la cumbre de Bruselas? Desde la perspectiva política, la situación en ambas regiones no ha sido muy alentadora. En América Latina, la polarización política se ha agudizado desde el año pasado. La victoria de Javier Milei, que le da poca importancia a los mecanismos de integración regional, las tensiones diplomáticas entre Ecuador y la mayor parte de la región, a raíz de la invasión de la Embajada de México en Quito, así como la crisis de legitimidad del proceso electoral en Venezuela han profundizado las “grietas” diplomáticas a nivel regional, haciendo todavía más difícil darle vida institucional a la CELAC, y de manera mas general, a los procesos de integración subregionales. Desde Europa, la radicalización del debate publico de cara a las elecciones europeas del 9 de junio, y el crecimiento electoral de los candidatos de extrema derecha, genera dudas y especulaciones al respecto de las orientaciones políticas de los dirigentes de las nuevas instituciones comunitarias. 

En este sentido, trabajar para concretar las inversiones y programas anunciados en Bruselas el año pasado y potenciar los intercambios en materia educativa, de igualdad de género, de transición energética, de ciencia, tecnología e investigación, así como en materia de cambio climático, es indispensable para que la hoja de ruta acordada por los jefes de Estado y de gobierno en Bruselas de cara a la próxima cumbre EU-CELAC de 2025 se mantenga como una prioridad política en ambos lados del continente.

Gaspard Estrada es politólogo de Sciences Po, especializado en América Latina.

 

 

 

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