El Salvador y Bahamas fueron las ultimas estaciones de la serie de foros internacionales sobre habilidades para la productividad en América Latina y Caribe que arrancó el pasado año con el impulso del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Brasil y continuó en Chile, Colombia, México, Perú y Panamá.
El BID contó para la celebración de estos ocho foros internacionales con el apoyo de distintas organizaciones, entre ellas con el de la Fundación EU-LAC, a través de expertos que aportaron la experiencia en la gestión del mercado laboral en países como Australia, Corea del Sur, Austria o Reino Unido.
En América Latina y Caribe, sin embargo, el desajuste existente entre la formación del trabajador y el perfil que busca la empresa, traducido en altos índices de desempleo y pobres ratios de productividad, ha creado en palabras del BID un “cuello de botella” que frena el crecimiento en la región.
Bahamas y El Salvador no son una excepción. Se calcula que en el caso de El Salvador hay 141.000 jóvenes entre 15 y 24 años que ni estudian ni trabajan ni buscan empleo, lo que equivale al 32,04 por ciento de los jóvenes salvadoreños en esa franja de edad.
Para el BID y los expertos internacionales que compartieron experiencias con los técnicos salvadoreños, entre ellos la ministra de Trabajo, Sandra Guevara, se trata de un porcentaje “alarmante” con implicación, pues se considera que el desempleo está asociado a la violencia, muy presente en El Salvador.
La misma brecha de habilidades aflora en Bahamas, donde según un estudio difundido con motivo de la celebración del Foro Transformación, el 34 por ciento de los solicitantes de empleo en ese país son rechazados por baja cualificación, el 29 por ciento por falta de experiencia y el 28 por ciento por carecer de la especialización mínima requerida.
Una de las recomendaciones del organismo internacional en Bahamas, aplicable a toda la región del Caribe y América Latina, es que la necesidad de que capacitación profesional sea continua y trascienda a los conocimientos proporcionados en los centros escolares o universidades con la finalidad de atender las demandas de las empresas y evitar “cuellos de botella”, tapones al crecimiento.
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