A partir del 1 de julio, la República Checa ostenta, por segunda vez desde su adhesión a la UE, la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. Es un honor y es un deber.

En enero de 2009, el inicio de nuestra primera Presidencia de la UE se vio ensombrecido por el conflicto entre Rusia y Ucrania por el suministro de gas. Como resultado de esa disputa, millones de europeos se quedaron sin suministro de gas en medio del duro invierno europeo. En esta ocasión en que asumimos la Presidencia, el reto es mucho mayor. Desde el 24 de febrero el ejército ruso está saqueando el territorio de su vecino, matando a decenas de miles de civiles, destruyendo ciudades y pueblos y enviando ondas de choque a todo el mundo al bloquear la exportación de alimentos de Ucrania que es tan vital para docenas de países de todo el mundo. Por lo tanto, la guerra en Ucrania y sus consecuencias serán una de las prioridades de nuestra presidencia.

Soy plenamente consciente de que no podemos limitarnos a Europa y a su vecindad inmediata. Durante casi 10 años, la República Checa ha sido muy activa en los esfuerzos por estabilizar la región del Sahel y continuaremos trabajando en esa tarea durante los próximos seis meses. La región Indo-Pacífica se está convirtiendo, por muchas razones, en un polo de gravedad geopolítica cada vez más importante. La UE adoptó el año pasado su Estrategia de Cooperación en el Indo-Pacífico y es solo lógico que la cooperación con la región sea también una de las prioridades de la Presidencia checa. El vínculo transatlántico sigue siendo el principal pilar de nuestra política exterior, mientras que la cooperación en materia de seguridad y defensa constituye el elemento más importante del lazo transatlántico.

Además de este compromiso, me gustaría destacar que la UE y América Latina y el Caribe son socios clave que comparten muchos valores e intereses comunes. El fortalecimiento de nuestra relación es una prioridad estratégica en un mundo en el que la democracia y el Estado de Derecho están tan amenazados. Apremiantes desafíos nos afectan a todos.

En mayo, como preludio a nuestra presidencia, acogimos la Conferencia Internacional Iberoamericana titulada “La República Checa e Iberoamérica - Promover el desarrollo, la prosperidad y la democracia”. La conferencia se centró en temas actuales de cooperación entre las dos regiones, incluidos los esfuerzos conjuntos para superar los retos globales, y contó con la presencia de destacados invitados. La conferencia tuvo lugar dentro de la Semana Iberoamericana, demostrando una vez más que ambas regiones están firmemente relacionadas.

La modernización de los acuerdos con Chile y México y los avances en la compleja agenda del MERCOSUR representan nuestras prioridades clave hacia América Latina. Por supuesto, no vamos a olvidar el Caribe. La firma del nuevo acuerdo UE - ACP (Estados de África, del Caribe y del Pacífico) cuenta con nuestro auténtico apoyo. Debemos aunar fuerzas. Simplemente no podemos dejar pasar esta oportunidad de finalizar estos acuerdos y descuidar su valor estratégico. Nosotros lo consideramos especialmente significativo en el contexto de las actuales vulnerabilidades de la cadena de suministros y de la energía. 

Estoy convencido de que debemos cooperar más estrechamente en el seno de la ONU y de la OMC para potenciar el crecimiento, el empleo y los vínculos económicos. La crisis actual hace que el refuerzo de nuestra cooperación comercial sea aún más vital. Los beneficios mutuos de nuestra asociación se manifiestan claramente en el comercio y la inversión birregionales. Hay muchos ámbitos en los que podemos reforzar nuestra cooperación, como las pequeñas y medianas empresas o la agenda digital. Nos centraremos en el comercio, la inversión y la cooperación sectorial. Apoyar a América Latina y el Caribe en la lucha contra el cambio climático, los problemas de salud y la lucha contra la pobreza y la desigualdad son de interés tanto para ALC como para la UE. Se trata de cuestiones globales importantes en las que nuestra cooperación es esencial.

La agresión rusa ha cambiado por completo la situación geopolítica, al tiempo que ha demostrado una vez más que la gran mayoría de América Latina y el Caribe son socios fiables. Europa y América Latina y el Caribe surgen como las dos regiones más afines que comparten su cultura, fuertes contactos y creencia en el multilateralismo efectivo. Aunque geográficamente separados, construimos nuestra asociación sobre valores y principios compartidos.

Aprecio mucho el sólido frente de América Latina y el Caribe ante los apremiantes desafíos. Sin embargo, no podemos dar por sentada la posición de la región. Las relaciones personales son vitales y apoyaremos los contactos entre personas, así como el diálogo político de alto nivel. Ante todo, mantendremos los esfuerzos para reanudar el diálogo de alto nivel entre la UE y la CELAC.

La comunicación estratégica es crucial hoy en día. Reforzaremos nuestros esfuerzos para explicar la posición de la UE, para contrarrestar la narrativa de Rusia que culpa a la UE y a la OTAN de su invasión de Ucrania y las graves repercusiones que tiene en muchos países que dependen de las importaciones para alimentar a sus poblaciones. Seguiremos ayudando a combatir la desinformación de Rusia y a mantener los esfuerzos de divulgación.

Por último, pero no por ello menos importante, habiendo tenido la experiencia formativa de muchas décadas de falta de libertad, es natural que la resiliencia de las instituciones democráticas se convierta en una de nuestras prioridades. En este contexto, me gustaría recordar a nuestro presidente Václav Havel, que fue el principal defensor de estos principios. El Presidente Havel visitó varios países latinoamericanos y se dirigió al Parlamento Latinoamericano - “Parlatino” en 1996. Seguiremos desarrollando su legado y defenderemos los principios democráticos y el Estado de Derecho.

El fortalecimiento de la asociación birregional dará seguramente sus frutos a ambos lados del Atlántico. Permítanme concluir con una nota personal: en mi despacho tengo una estatua del “Niño Jesús de Praga”, inmensamente popular en América Latina y el Caribe. Una prueba más de que nuestros lazos son inesperadamente estrechos.

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